Mis pasos marcan el compás en la acera, las calles se suceden lentamente buscando el final. La serpiente errática sobre la que camino me lleva sin duda a la última parada, pero mientras muerde la cola de la siguiente, su piel se vuelve más y más escurridiza. Está empezando a llover.
Hoy me siento distinto, me encuentro mucho más permeable. Siempre me ha gustado andar bajo la lluvia, tirando del lastre de ropa mojada, sabiendo que no pasará sin mi permiso. Hoy no hay ninguna fisura, no he dejado la puerta encajada ni la ventana abierta. Simplemente he perdido ese don, ahora soy permeable, como las páginas del periódico de ayer.
Estoy calado hasta los huesos, y la textura de mi interior, antes rugosa, ahora es una pasta informe donde se empiezan a confundir las letras y las hojas, lo que antes era nítido ahora es gris y uniforme. Aunque debo tener frío, estoy en un extraño estado de insensibilidad, quizás por eso me cuesta tanto acertar con la llave correcta en la cerradura.
Cuando por fin consigo entrar en casa, me empiezo a encontrar mucho mejor. Espero sentado en el suelo que la estufa seque lo que queda de mí, mirando el montón de ropa húmeda en la esquina de la habitación. Aunque no pueda volver a leer lo que yo era, empiezo a sentirme más liviano y consistente.
Apuro el vaso de whisky y enciendo otro cigarro, aun sabiendo que la resaca será un poco más dura y mis pulmones más ceniza. Mañana tampoco habrá nadie a mi lado cuando despierte. Apago la luz.
Al menos no recordaré nada de esto, eso me alivia mientras me retuerzo entre las sábanas.
sábado, 28 de noviembre de 2009
De vuelta
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3 comentarios:
Conque drogas, eh?
Mu guapo.
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