Nada les faltaba. El sabio o el pensador sólo los aventajaba en un detalle único e insignificante: la conciencia, la concepción de la unidad de todo lo viviente. Y el mismo Siddhartha llegaba a preguntarse a veces si este conocimiento, si esta concepción eran realmente tan valiosos como se creía, si no sería a su vez una chiquillada de los hombres pensantes, de los hombres niños pensantes.
Hermann Hesse (Siddhartha)
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