lunes, 7 de febrero de 2011

De cuando los tiempos eran tiempos y los hombres, hombres

    "Una historia verdaderamente épica de aquellos tiempos es una excursión con John Lennon, todos ciegos de ácido, un episodio tan estrambótico que casi ni puedo recomponer las piezas. Me parece que anduvimos por la costa, por Torquay y Lyme Regis, durante lo que me parecieron dos o tres días; nos llevaba un chófer. Johnny y yo estábamos tan pasados de vueltas que, al cabo de los años, ya en Nueva York, a veces me preguntaba todavía: "¿Qué pasó en ese viaje?". Iba con nosotros Kari Ann Moller, ahora señora de Chris Jagger (me parece que los Hollies escribieron una canción sobre ella): una chica muy dulce que vivía en Portland Square, la zona donde viví también durante unos dos años cuando estaba en Londres. Sus recuerdos (le pedí recientemente que los rescatara para poder incluirlos en este libro) son muy distintos de los míos, pero por lo menos para Kari Ann no se reducen a (más que nada) un montón de horas en blanco, como es mi caso.  
    Lo que veo muy claramente ahora es que nunca se nos ocurrió que estuviéramos trabajando demasiado, pero, si lo piensas después con detenimiento, no nos dábamos ni el más mínimo respiro. Así que cuando de repente teníamos tres días libres perdíamos la cabeza. Yo me recuerdo en un coche con chófer, pero Kari Ann dice que no llevábamos chófer. Era un dos puertas, y nos apretujamos dentro nosotros tres y un cuarto pasajero a quien no recuerdo, así que tal vez íbamos con chófer. Según Kari Ann, el recorrido empezó en la discoteca Dolly, precursora de Tramp, y estuvimos un rato dando vueltas por Hyde Park Corner mientras decidíamos qué íbamos a hacer. Al final pusimos rumbo a la casa que John tenía en el campo (eso dice ella), pasamos a saludar a Cynthia, y luego Kari Ann decidió que podíamos seguir una ruta y visitar a su madre, que vivía en Lyme Regis: menuda visita para la buena señora, recibir a su hija y dos tíos puestos de ácido que llevaban un par de noches sin dormir... Llegamos alrededor del amanecer, eso es lo que recuerda ella. No nos queríamos meter en el típico café mugriento de fritanga, y además a John lo reconocieron y Kari Ann se dio cuenta de que no podíamos ir a ver a su madre porque estábamos con un ciego impresionante. Después de eso tengo una laguna de unas cuantas horas, porque a casa de John no volvimos hasta la noche. Recuerdo unas palmeras, así que seguramente nos quedamos sentados en la explanada de las palmeras de Torquay durante un montón de tiempo, absortos en nuestro mundo. Llegamos de vuelta a casa y todos tan contentos. Fue una situación de esas en las que John quería meterse más que yo. Tenía una bolsa enorme de hierba, una piedra de costo y ácidos. Yo por lo general elijo con cuidado el escenario si se trata de comerse un ácido y lo de ir de acá para allá es mejor evitarlo, al menos en mi opinión. 
    John me caía muy bien: en muchos sentidos era un tontorrón , y yo solía criticarlo por ponerse la guitarra demasiado arriba. Había quien se la sujetaba a la altura del pecho, lo que verdaderamente limita muchísimo los movimientos, es un poco como tocar esposado. "Llevas la puta guitarra justo debajo de la barbilla, ¡joder! ¡No es un violín...!" Debía de parecerles que estaba muy en la onda ponérsela tan arriba. Gerry y los Peacemakers, todas las bandas de Liverpool, se la ponían así. Nosotros le tomábamos el pelo a John: "Tío, póntela un poco más abajo, prueba con una banda más larga; cuanto más larga, mejor tocas". Lo recuerdo asintiendo con la cabeza y pensándoselo, y la siguiente vez que nos lo encontrábamos tenía la guitarra un poco más abajo. Yo bromeaba con cosas como: "¡No me extraña que no te muevas, ¿sabes? No me extraña que sólo seas capaz de balancearte un poco, ¡cómo vas a poder con eso ahí!"
    John podía ser muy franco y directo, pero el único comentario poco educado que recuerdo que me haya hecho jamás fue sobre mi solo en "It's All Over Now". El día que lo oyó, a él le pareció una mierda. Igual es que se había levantado con el pie izquierdo, aunque desde luego yo podría haber tocado mejor, pero lo desarmabas si le respondías algo así como: "Ya, sí, podía haber estado mucho mejor, John. Lo siento, siento mucho que haya chirriado, tío. Tú tócalo como te dé la puta gana". Ahora bien, el que se molestara en escuchar ya indicaba que tenía verdadero interés, que era abierto. De haberse tratado de otra persona podría haber sido una situación bastante embarazosa, pero John tenía una honestidad en la mirada que hacía que te cayera bien desde el primer minuto, y también era una mirada muy intensa. Era único, como yo, y experimentamos desde el principio una extraña atracción mutua que desde luego, en un primer momento, fue más bien un choque de machos alfa."

Keith Richards: Life 

lunes, 25 de octubre de 2010

Retrato


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
Y un huerto claro donde madura el limonero;
Mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
Mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
Pero mi manantial brota de manantial sereno;
Y; más que un hombre al uso que sabe su doctrina
Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
Corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
Mas no amo los afeites de la actual cosmética,
Ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
Y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
Y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
El traje que me cubre y la mansión que habito,
El pan que me alimenta y el lecho donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.


(
'Retrato', Campos de Castilla. Antonio Machado)


viernes, 22 de octubre de 2010

Viajante




Sobre tus aguas siempre cambiantes
mil versos se habrán escrito,
todos ellos perdidos.
De tus mil luces, mil apagaron
y mil veces mil encendieron.
Más de mil años vieron pasar
tus canales, en sueños.

En tus murallas de arena y sal
rabiosas armadas se hundieron,
en tu catedral inundada
se vaciaron los recuerdos.

Orgullosa permaneces,
inmiscible al tiempo,
pero el mar te reclama.


(Venessia)







Nunca antes vi fluir el mármol,
el agua estática
sólo admiraba.


(a la "Fontana dei Quattro Fiumi" de Gian Lorenzo Bernini)





jueves, 1 de julio de 2010

Omega




Las hierbas.
Yo me cortaré la mano derecha.
Espera.
Las hierbas.
Tengo un guante de mercurio y otro de seda.
Espera.
¡Las hierbas!
No solloces. Silencio, que no nos sientan.
Espera.
¡Las hierbas!
Se cayeron las estatuas
al abrirse la gran puerta.
¡¡Las hierbaaas!!





Federico García Lorca




lunes, 21 de junio de 2010

Altamar



Desde aquí no puedo ver
ni orillas, ni arena,
ni puerto al que volver.

Quise yo echar ancla
lejos y esconder
a mi corazón la pena
del querer, perder.



Trilema de Münchhausen

Es imposible estar seguro de algo sin ofrecer una justificación a todo desde el principio de los tiempos, lo cual incluye (¿en último término?) la visión imparcial, externa y absoluta sobre tu propia justificación. Lo cual es imposible.

 

Me retracto de lo nunca dicho y me declaro dependiente de una tautología. Existe un determinado estado mental orgánico a prueba de toda conciencia, asesino de todo proceso que aspire a ser lógico antes siquiera de su propia fundación, inevitablemente humano como el puro instinto de supervivencia, suspensión arbitraria del principio de razón suficiente, axioma justificable y causa sui.

Existe, porque la pienso, la comunicación esencial, recíproca, de mutua aprehensión plena, simbiótica desde los estados íntimos de la materia, inequívoca en su composición y necesaria para la vida. Es imposible exagerar la importancia del gran misterio. Entre los infinitamente reproducidos espacios en blanco y orbitales incompletos llenos de autoengaño y fe, a veces se da un sistema: de partes indistinguibles pero sinérgicas hasta el extremo, cerrado y aislado, jamás contradictorio y siempre concluyente, como principio, como fin y como elemento privativo del sentido de estos conceptos. Si todo tiene una razón (comprensible o no), la ausencia de razón debe ser justificable por sí misma. Existe, porque tiene que existir, la salida de la lógica por la puerta de atrás. Todo lo demás acabará por hacer daño.

(Es como cuando al principio de All Down the Line entra Charlie Watts.) Cohibidos todos los métodos de alcanzar el lapsus de clarividencia, se captan las auténticas revelaciones. En ese momento sabes que una cosa ha sido creada para la otra, que han nacido inevitablemente ligadas, que son una verdad. Entonces el universo se expande, tus pequeños pulmones llenos de nicotina dejan de caberte en el pecho, el saldo es positivo para el resto de los tiempos y vivir es una obligación incuestionable. Ya no eres uno de esos personajes de Kerouac locos por hablar, locos por ser salvados, deseosos de todo al mismo tiempo, aquellos que nunca bostezan ni caen en un lugar común. O eres precisamente eso. En cualquier caso, no te preocupa. No te interesa ser interesante, ni siquiera ser bueno. Estás ocupado.

Estoy enamorado.



viernes, 5 de marzo de 2010

Ensayo sobre la lógica

                                       
       
           
           

                                                     a  =  a  ?